Carroña
En un futuro devastado por la crisis económica, la corrupción, la desigualdad social y la enfermedad, Tisha, una traficante de órganos humanos y asesina a sueldo, se topará con sus propios demonios.
El universo de Carroña es símil al de Mad Max. Un mundo en ruinas, desértico, devastado, apocalíptico. Lo único que importa es sobrevivir. No existen buenos o malos, los elementos no llevan etiquetas. En ese contexto, aparece Tisha, una joven en búsqueda de venganza.
Punto por punto. Carroña es un film de pocas palabras. Prácticamente no hay dialogo y las pocas veces que los personajes hablan no aportan demasiado. Los pequeños detalles como un Nunca Más en la guantera de un auto La creación de un mundo en ruinas es lograda pareciendo el mismísimo fin del mundo.
La película es impacta en todo sentido. Sus directores Luciana Garraza y Eric Fleitas lograron hacerlo no solo visualmente sino también en cuanto a lo argumental. Capaz se podría poner en duda la proporción. ¿Es necesario una violación frente a cámara durante más de cinco minutos tan hostil que parece cine snuff? Garraza explica que no quisieron edulcorar ni utilizar alguna metáfora. Tanto ella como Fleitas quisieron mostrar la eternidad que vive la victima. Es fuerte y más en un contexto social donde la violencia de genero marca agenda. Carroña expone un mundo crudo y real. Nayla Churruarin (Tisha) hace un papel excelente. Por otro parte, a la hora de descuartizar, la sangre en pantalla es menor.
La llegada de Carroña a los cines es para celebrar. No todos los días hay se lanza una película independiente, pos apocaliptica. Garraza y Fleitas proponen un cine cuasi explotation con tinte de acción y road movie desde Córdoba y para todo el mundo,
